En redes sociales se volvió viral un video que muestra a un joven encapuchado destruyendo la estatua de cera de Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, en el Museo de Cera de la Ciudad de México. Armado con un martillo y acompañado de consignas a favor de Palestina, el activista dejó claro que este no era un simple acto de vandalismo, sino una protesta política.
¿Qué pasó en el Museo de Cera?
El 7 de enero, el activista pro-Palestina irrumpió en el recinto y destrozó la figura de Netanyahu con un martillo mientras gritaba frases como: “¡Viva Palestina, viva Sudán, viva Yemen, viva Puerto Rico!”. Además, arrojó pintura roja sobre la estatua, un gesto simbólico que muchos interpretaron como una representación de la sangre derramada en el conflicto palestino-israelí, y colocó una bandera palestina a los pies de la figura.
El acto fue una protesta contra las políticas del gobierno israelí hacia Palestina, en medio de un conflicto que ha generado tensiones globales por décadas. Este tipo de acciones buscan visibilizar la lucha palestina en espacios inesperados, como un museo en la Ciudad de México. Sin embargo, el mensaje fue recibido con reacciones divididas.
Activista destruye la figura de Primer Ministro de Israel en Museo de Cerahttps://t.co/p6QUwzH2Ag
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La respuesta de Israel y el Museo de Cera
La embajada de Israel en México condenó el ataque, calificándolo como una acción “detestable” que promueve violencia e intolerancia. Por su parte, el Museo de Cera expresó su rechazo hacia cualquier acto que ponga en peligro la seguridad de los visitantes, el personal o las piezas que forman parte del patrimonio cultural.
Un acto simbólico o un simple acto de vandalismo?
Mientras algunos usuarios aplauden la acción del activista, señalándola como una forma legítima de protesta, otros critican el vandalismo, argumentando que este tipo de actos no contribuyen a resolver el conflicto y solo generan más polarización.
La intervención del activista abre el debate sobre el límite entre protesta y vandalismo. ¿Es válido utilizar el arte y los espacios públicos para denunciar injusticias? ¿O este tipo de acciones solo perpetúan ciclos de violencia e intolerancia?
La estatua de Netanyahu, ahora destruida, deja una pregunta en el aire: ¿puede el arte ser una herramienta para la resistencia política o, en casos como este, pierde su impacto en la controversia?
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